NATALIE PRASS

Con base actual en Nashville (tras un periplo que la ha llevado hasta allí desde su Virginia natal, pasando por Cleveland y Boston), la estadounidense Natalie Prass ha logrado con su homónimo primer LP, publicado este enero en Spacebomb, el sello de su mentor Matthew E. White (que también lo ha coproducido), poner de acuerdo a los cuatro puntos cardinales del “showbizz” en una cosa: estamos ante uno de los debuts más destacados de 2015.

Hay unanimidad, sí. Y es que suena a lo que vendría a ser “Dusty In Memphis” puesto al día o si se publicase hoy. Un clásico moderno, atemporal, no “vintage”. Pop orquestado en el que la alquimia retro es sometida al impulso del siglo XXI y el timón lo lleva una voz de ángel caído -”de princesa emancipada de Disney”, en palabras de Pitchfork– que canta con claridad y realismo, entre la grandiosidad de los arreglos, a los miedos y la inseguridad del corazón roto. Pero sin regodearse, con precisión emocional.